Norway Chess, junio de 2025. En la sexta ronda se vivió uno de esos duelos que, desde antes de comenzar, ya prometían algo especial. De un lado, Gukesh: nuevo campeón mundial, apenas 19 años. Del otro, Magnus Carlsen: número uno del mundo, y para muchos, el mejor jugador del siglo.
La partida empezó pareja, pero a medida que entraban en el medio juego, Carlsen fue tomando el control. Su posición mejoraba jugada a jugada, y no tardó en conseguir una ventaja importante, incluso crítica. Parecía cuestión de tiempo.
Pero en ajedrez no siempre gana el que va mejor. Cuando el reloj empezó a apretar y la tensión subía con cada movimiento, Gukesh, en lugar de rendirse, encontró una secuencia inesperada. Nadie lo vio venir. Fue una decisión arriesgada, sí, pero también llena de ideas. De esas que no salen de un cálculo perfecto, sino de un presentimiento. Y ahí cambió todo.
52.Cd7!
52.Cd7! — Jugada de gran valentía
Tras este movimiento, Gukesh renunció a caminos simples e invitó a su rival a un final extremadamente delicado: caballo contra dos peones centrales conectados. Un terreno difícil, donde la mínima imprecisión puede costar el punto.
52...Ce2+?
Carlsen eligió una continuación directa, pero probablemente no la mejor. Gukesh, con temple admirable, capturó sin titubear:
53.Txe2+ Rxe2 54.Cxf8
54.Cxf8 — El final ya está en marcha
Lo que siguió fue una lección de técnica bajo presión:
54...d4 55.Ce6
Las blancas juegan 55.Ce6
El caballo vuelve a la lucha, intentando encontrar el camino óptimo para llegar a tiempo a impedir la coronación.
55...d3 56.Cc5!
Las blancas juegan 56.Cc5!
56...Re3
En lugar de avanzar su peón 'd' de inmediato, las negras optan por esta jugada preventiva: acercan el rey para evitar que el caballo blanco llegue a la casilla 'e4', desde donde podría interferir seriamente.
Si en cambio jugaran 56...d2?, las blancas responderían con 57.Ce4!, lo cual no bloquea directamente la coronación, pero sí la vuelve mucho menos efectiva.
Y si las negras insistieran con 57...d1C (o con 57...d1D, lo que permitiría 58.Cc3+ y luego Cxd1), seguiría 58.h5, y la ventaja blanca sería decisiva.
57.Ca4!
Las blancas juegan 57.Ca4!
Naturalmente, este salto de caballo es el único recurso disponible para frenar la coronación del peón dama.
57...e4
Las negras juegan 57...e4
Tras este amenazante avance de los peones centrales de Magnus, la coronación parece inevitable. Tarrasch escribió que «antes del final, los dioses han colocado el medio juego»; yo me permito recordar, con humor reverente, que después del medio juego, los dioses han colocado el final. Porque hay finales que no son simples desenlaces, sino revelaciones.
58.h5 gxh5 59.gxh5 Rd2
Las negras juegan 59...Rd2
Magnus se corre de la columna 'e' para dar paso triunfal a su peón rey. Es posible que esperara 60.h6? e3 61.h7 e2 62.h8D e1D+. Sin embargo, en este final Gukesh quiere luchar por algo más que unas simples tablas.
60.Cb2!
Las blancas juegan 60.Cb2!
60...e3 61.Cc4+
Si alguien no conoce el contexto, podría pensar que esto fue inventado: una serie de jugadas tan exactas que cuesta creer que salieran así nomás, en medio de una partida. Las piezas parecen moverse como si siguieran una coreografía, como si todo estuviera escrito de antemano.
El final parece sacado de una composición ajedrecística, de esas que se crean para mostrar belleza y lógica al mismo tiempo. El caballo blanco que estaba en f8 llega justo a tiempo a c4 para comerse el peón del rey y evitar que el rival corone.
Esto no lo inventó nadie sentado tranquilamente en la comodidad de un sofá. Pasó ahí mismo, en el tablero, con la cuenta regresiva del reloj y mucha adrenalina. Fue una de esas genialidades del azar que aparecen cuando dejás de pensar y te dejás llevar: el instinto gritando más fuerte que la razón, y la partida convirtiéndose, sin querer, en algo hermoso.
61...Re2 62.Rf4 [1–0]
Esta secuencia impecable selló la victoria tras más de cinco horas de lucha. Carlsen abandonó inmediatamente. Fue una demostración de precisión quirúrgica y valentía, digna de quien ostenta, con justicia, la corona del ajedrez mundial.
Valentía en el momento justo
Norway Chess, junio de 2025. En la sexta ronda se vivió uno de esos duelos que, desde antes de comenzar, ya prometían algo especial. De un lado, Gukesh: nuevo campeón mundial, apenas 19 años. Del otro, Magnus Carlsen: número uno del mundo, y para muchos, el mejor jugador del siglo.
La partida empezó pareja, pero a medida que entraban en el medio juego, Carlsen fue tomando el control. Su posición mejoraba jugada a jugada, y no tardó en conseguir una ventaja importante, incluso crítica. Parecía cuestión de tiempo.
Pero en ajedrez no siempre gana el que va mejor. Cuando el reloj empezó a apretar y la tensión subía con cada movimiento, Gukesh, en lugar de rendirse, encontró una secuencia inesperada. Nadie lo vio venir. Fue una decisión arriesgada, sí, pero también llena de ideas. De esas que no salen de un cálculo perfecto, sino de un presentimiento. Y ahí cambió todo.
52.Cd7!
Tras este movimiento, Gukesh renunció a caminos simples e invitó a su rival a un final extremadamente delicado: caballo contra dos peones centrales conectados. Un terreno difícil, donde la mínima imprecisión puede costar el punto.
52...Ce2+?
Carlsen eligió una continuación directa, pero probablemente no la mejor. Gukesh, con temple admirable, capturó sin titubear:
53.Txe2+ Rxe2 54.Cxf8
Lo que siguió fue una lección de técnica bajo presión:
54...d4 55.Ce6
El caballo vuelve a la lucha, intentando encontrar el camino óptimo para llegar a tiempo a impedir la coronación.
55...d3 56.Cc5!
56...Re3
En lugar de avanzar su peón 'd' de inmediato, las negras optan por esta jugada preventiva: acercan el rey para evitar que el caballo blanco llegue a la casilla 'e4', desde donde podría interferir seriamente. Si en cambio jugaran 56...d2?, las blancas responderían con 57.Ce4!, lo cual no bloquea directamente la coronación, pero sí la vuelve mucho menos efectiva. Y si las negras insistieran con 57...d1C (o con 57...d1D, lo que permitiría 58.Cc3+ y luego Cxd1), seguiría 58.h5, y la ventaja blanca sería decisiva.
57.Ca4!
Naturalmente, este salto de caballo es el único recurso disponible para frenar la coronación del peón dama.
57...e4
Tras este amenazante avance de los peones centrales de Magnus, la coronación parece inevitable. Tarrasch escribió que «antes del final, los dioses han colocado el medio juego»; yo me permito recordar, con humor reverente, que después del medio juego, los dioses han colocado el final. Porque hay finales que no son simples desenlaces, sino revelaciones.
58.h5 gxh5 59.gxh5 Rd2
Magnus se corre de la columna 'e' para dar paso triunfal a su peón rey. Es posible que esperara 60.h6? e3 61.h7 e2 62.h8D e1D+. Sin embargo, en este final Gukesh quiere luchar por algo más que unas simples tablas.
60.Cb2!
60...e3 61.Cc4+
Si alguien no conoce el contexto, podría pensar que esto fue inventado: una serie de jugadas tan exactas que cuesta creer que salieran así nomás, en medio de una partida. Las piezas parecen moverse como si siguieran una coreografía, como si todo estuviera escrito de antemano.
El final parece sacado de una composición ajedrecística, de esas que se crean para mostrar belleza y lógica al mismo tiempo. El caballo blanco que estaba en f8 llega justo a tiempo a c4 para comerse el peón del rey y evitar que el rival corone. Esto no lo inventó nadie sentado tranquilamente en la comodidad de un sofá. Pasó ahí mismo, en el tablero, con la cuenta regresiva del reloj y mucha adrenalina. Fue una de esas genialidades del azar que aparecen cuando dejás de pensar y te dejás llevar: el instinto gritando más fuerte que la razón, y la partida convirtiéndose, sin querer, en algo hermoso.61...Re2 62.Rf4 [1–0]
Esta secuencia impecable selló la victoria tras más de cinco horas de lucha. Carlsen abandonó inmediatamente. Fue una demostración de precisión quirúrgica y valentía, digna de quien ostenta, con justicia, la corona del ajedrez mundial.